Editorial: Hace tiempo que estoy muy preocupado por la información oficial que nos facilitan y por quienes la divulgan. Conozco unos hechos, sus entrañas y los pormenores ocurridos, sin embargo cuando lo veo en las parrillas de la información me duele profundamente su enfoque y explicación. Nunca hubiese imaginado tanta manipulación. Ejércitos enteros de profesionales reman para teñir de morado lo que es rojo, cambian el orden de prioridades para saber el rosa lo que es negro. Se quitan las responsabilidades a los culpables, se señala a los inocentes. Estamos en una dictadura de la desinformación de gran calado y peligrosa.

Lo de menos es tener un presidente que todo el mundo sabe que miente como un bellaco, por la mañana, tarde y noche. Que sea aplaudido por millones de personas en sus falsedades. Lo grave es que encima de esas mentiras se montan y remontan nuevas y no pasa nada. Los valores que nos hemos dado durante siglos han saltado por los aires. Los políticos son vendedores, la prensa charlatanes, los sindicatos y patronal funcionarios a sueldo, los jueces parte interesada, los tribunales la punta del iceberg. El denominado equilibrio de los poderes se ha fundido en uno y aquí puede pasar de todo.

En el país de los Gobiernos y acólitos mentirosos nadie dice una verdad. Se señala el 2050 como la tierra prometida y se ponen fotografías de Soros y Gates como los nuevos próceres. Hasta Google participa activamente en el recorte de la libertad y veta a quienes afean tanta manipulación. Las agencias que controlan lo que es falso o verdad se hacen millonarias a la sombra de los Reinos de Taifas y lo poco que queda del país de Pepe Gotera y Otilio. Se busca lo vitalicio y bien dotado. No reconozco donde vivo, estoy completamente fuera de juego. Hasta las pesetas han enterrado para que no quede ni rastro de lo que fuimos.

No es nostalgia, ni que con los años uno de vuelve más conservador, ni mucho menos. Sigo pensando que el mejor Gobierno es el que no existe. Que son unos chupozteros, que la juerga política se ha hinchado hasta los 50.000 millones de euros, que no se pueden mantener los Reinos de Taifas, que hay que solucionar lo que pasa hoy y dejarnos de majaderías de 2050, que los Ministros juegan a mentir muy bien y ocultan todo lo que tratan en las reuniones trascendentes. Que no hay un estallido social porque se han puesto millones de pesebres para equilibrar. Que estamos mucho mejor si les damos la independencia a Cataluña y a Euskadi/Navarra, que ellos están mejor con los franceses y se parecen más.

Estimados internautas no tengo intención de tirar la toalla, ni lo sueñen, aquí pienso seguir contra viento y marea. Pero que sepan que siempre habrá un espacio muy grande para lo que se quiera denunciar, una puerta donde si nos agreden lo podamos contar. Vieron ayer que divulgamos que la responsable de Economía de Manacor se ha inventado una tasa sobre incineración y liquida 450.000 euros a quienes tienen viviendas vacacionales, las tengan abiertas o cerradas. Ya sabemos que hay que pagar impuestos y tasas, que hay que mantener la maquinaria municipal, las demandas sociales y fiestas, el mantenimiento de los colegios y la Brigada, pero si a un colectivo se le castiga sin razón debe poder protestar, como lo han hecho los vecinos de la plaza de Santa Catalina que les imponen el urbanismo parcial y político.

Seguirán habiendo secciones como el Tendedero, Los vecinos tienen voz y opinan, sección de Comunicados, Cartas al director/a. Habrá un teléfono y un correo para contactar. Hay que poder contrastar lo que dice la oficialidad. En Manacor, comarcas, Palma, Madrid, Europa, los continentes. Una hormiga somos si, cierto, pero hay muchas de ellas repartidas por el planeta que se niegan a levantarse a golpe de pito, pensar todos iguales y ver desaparecer a sus compatriotas hacía las mazmorras del castigo cruel. Se pueden hacer las multinacionales dueños de todo el oro del mundo, pero en nuestros cuartones nosotros ponemos nuestras enseñanzas y habilidades, que son muchas. Ya ganamos a Goliat y expulsamos a los mercaderes.